Los desafíos de la telemedicina en Chile

Desde que aterrizó la pandemia en nuestro país (y en todo el mundo) muchas cosas han cambiado.

Desde que aterrizó la pandemia en nuestro país (y en todo el mundo) muchas cosas han cambiado.

Desde que aterrizó la pandemia en nuestro país (y en todo el mundo) muchas cosas han cambiado. El contexto nos obligó a reinventarnos y a encontrar formas de adaptar nuestras vidas a esta nueva realidad. En marzo del año pasado cambió nuestra forma de trabajar, de estudiar, incluso la forma de relacionarnos entre las personas. Y en estos tiempos de cambio, las tecnologías digitales han demostrado ser grandes aliadas, en especial en el cuidado de la salud.

La telemedicina tiene un rol fundamental para poder hacerle frente a la pandemia. El mejor ejemplo son las teleconsultas. Además de permitir que se mantenga la distancia social y así evitar los contagios, estos servicios médicos a distancia tienen otros beneficios como el ahorro de tiempo al evitar desplazamientos, la comodidad de poder conectarse desde casa, y la posibilidad de acceder a especialistas desde otras ciudades o regiones donde no los hay.

Tecnologías como la inteligencia artificial, machine learning, blockchain, internet de las cosas y chatbots poco a poco comienzan a incorporarse en el sector salud a nivel nacional y su impacto es muy promisorio, pero también imponen nuevos desafíos.

Expertos consideran importante poder contar con la opción de emitir recetas electrónicas, sobre todo para cuestiones de salud mental, ya que sin esa opción el sistema pierde sentido. Los profesionales deben encontrar una solución para lograrlo con la seguridad que entrega la firma electrónica avanzada. Otra cuestión está en el telemonitoreo. Es relevante que se valore y codifique, ya que es una prestación que permite controlar y estabilizar a distancia a pacientes diabéticos, hipertensos, con enfermedades respiratorias crónicas, entre otros.


Para que la telemedicina pueda desarrollarse de manera efectiva en chile, es importante tener en cuenta tres pilares:

 

  1. Lo virtual no puede reemplazar lo físico: La telemedicina funciona como complemento de la atención tradicional. Evita la congestión del sistema de salud y previene contagios de Covid-19 atendiendo a los pacientes de forma remota, pero hay que tener presente que no todos los chilenos son nativos digitales.
     
  2. Mantener la relación médico-paciente y el manejo de la privacidad: La atención presencial puede dar la sensación de que se resguarda mejor el secreto profesional médico y el diagnóstico. Hay que trabajar esa confianza en la virtualidad. 
     
  3. Interoperabilidad de sistemas: Los pacientes buscan que la atención sea similar (o mejor) a la presencial. Cuando éste agenda un turno, paga y pide los resultados de un estudio en línea, el sistema debe funcionar bien.

    Si nos permiten sumar un cuarto pilar, que engloba los tres anteriores, sería la confianza. Para que la telemedicina continúe funcionando hay que fortalecer la confianza en los procesos administrativos que todo el sistema de salud virtual conlleva. Solo así el paciente podrá cumplir con sus expectativas de atención y recuperación.


    Está claro que la telemedicina es fundamental hoy en día, pero los expertos sostienen que una vez que pase la pandemia, esta modalidad continuará siendo una herramienta muy valiosa y cómoda, en especial para los grupos de riesgo. 

Sin duda, el recorrido de la telemedicina en chile es un camino que recién comienza.